Si uno crece en una casa donde hay libros, donde alguien le lee, donde padres, hermanos, tías, tíos y primos leen por placer, es natural que aprenda a leer. Si no hay nadie cerca que disfrute leyendo, ¿dónde está la prueba de que vale la pena? Si la calidad de la educación que uno tiene a su alcance es inadecuada, si a uno le enseñan a memorizar al pie de la letra y no a pensar, si el contenido de lo que se nos da para leer viene de una cultura casi ajena, la alfabetización puede ser un camino lleno de obstáculos.
Desde el momento en que el hombre cruza esa delgada línea en
la que puede dejar de considerarse como un animal, viene consigo todo un hallazgo,
un descubrimiento que llevará a la humanidad a lugares remotos, a comprender
sistemas complejos, a entender el universo en el que habita: La Ciencia.
El método científico dotó al hombre de la capacidad de crear
un mundo nuevo, aunque también le da al hombre un poder tan superior que en ocasiones
esta misma ciencia termina siendo nuestra enemiga (investigación nuclear, armas
químicas, biológicas y convencionales, etc).
Sin embargo, la ciencia ha atravesado por un largo proceso
de crecimiento y desarrollo, quedándose en el pasado (pre-historia) muy corta
para explicar fenómenos tan simples como por ejemplo “La lluvia”. Imaginemos al
hombre cavernícola –el primer homo sapiens– observando atónito como cae agua
desde las alturas (el cielo) y tratando de comprender porque ocurre esto. En su
corto desarrollo científico ha aprendido a usar palos y rocas para adquirir
alimentos y para su protección, pero la lluvia es un fenómeno que está a muchos
siglos de comprender; debido a esto la única explicación lógica que encuentra
este hombre primitivo es adjudicar a un dios –el dios de la lluvia, por ejemplo–
este fenómeno natural. Pero hoy en día tenemos a nuestra disposición libros,
enciclopedias y hasta programas de televisión que nos explican en detalle el “ciclo
del agua”, el cual nos revela satisfactoriamente porque ocurre este fenómeno natural.
(https://es.wikipedia.org/wiki/Ciclo_hidrol%C3%B3gico).
“El mundo y sus
demonios” es una obra magistral escrita por el gran científico Carl Sagan.
En esta obra el autor expone con argumentos científicos la falsedad de muchas
creencias sociales como el espiritismo, las visiones, las terapias psicológicas,
camelos científicos, abducciones extraterrestres, brujería y hasta de Dios.
Ya sea por razones culturales, religiosas e inclusive hasta
por razones científicas incorrectas; el mundo se encuentra envuelto en diversos
velos de oscuridad, velos que han sobrevivido a través del tiempo por la poca difusión
científica. Las escuelas atemorizan a los niños con asignaturas como biología, matemáticas,
economía y demás, lo que termina por provocar que un alto porcentaje de adultos
no comprenda algo tan simple como el fenómeno de la lluvia y permanezcan
arraigados a creencias y mitos aprendidos de generación en generación.
Esta obra exige que el lector sea definitivamente alguien de
mente abierta. No trata en ningún momento de insultar creencias y tradiciones,
pero si nos invita a cuestionar, a pensar, a investigar antes de ceder ante las
promesas de la religión y de las prácticas paranormales y similares. Más que un intento por llevar al lector a
rechazar su sistema de creencias, nos invita a conocer el método científico y a
utilizar el pensamiento crítico a través de amenas y sencillas explicaciones y
experiencias propias del autor.
Por ultimo les comparto un fragmento de uno de los mejores capítulos
del libro. El capítulo en cuestión se titula “Un dragón en el garaje”:
«En mi garaje vive un dragón que escupe fuego por la boca». Supongamos que yo le hago a usted una aseveración como ésa. A lo mejor le gustaría comprobarlo, verlo usted mismo. A lo largo de los siglos ha habido innumerables historias de dragones, pero ninguna prueba real. ¡Qué oportunidad!—Enséñemelo —me dice usted.Yo le llevo a mi garaje. Usted mira y ve una escalera, latas de pintura vacías y un triciclo viejo, pero el dragón no está.—¿Dónde está el dragón? —me pregunta.—Oh, está aquí —contesto yo moviendo la mano vagamente—. Me olvidé de decir que es un dragón invisible.Me propone que cubra de harina el suelo del garaje para que queden marcadas las huellas del dragón.—Buena idea —replico—, pero este dragón flota en el aire.Entonces propone usar un sensor infrarrojo para detectar el fuego invisible.—Buena idea, pero el fuego invisible tampoco da calor.Sugiere pintar con spray el dragón para hacerlo visible.—Buena idea, sólo que es un dragón incorpóreo y la pintura no se le pegaría.Y así sucesivamente. Yo contrarresto cualquier prueba física que usted me propone con una explicación especial de por qué no funcionará. Ahora bien, ¿cuál es la diferencia entre un dragón invisible, incorpóreo y flotante que escupe un fuego que no quema y un dragón inexistente? Si no hay manera de refutar mi opinión, si no hay ningún experimento concebible válido contra ella, ¿qué significa decir que mi dragón existe? Su incapacidad de invalidar mi hipótesis no equivale en absoluto a demostrar que es cierta. Las afirmaciones que no pueden probarse, las aseveraciones inmunes a la refutación son verdaderamente inútiles, por mucho valor que puedan tener para inspirarmos o excitar nuestro sentido de maravilla. Lo que yo le he pedido que haga es acabar aceptando, en ausencia de pruebas, lo que yo digo.Carl Sagan
Ficha técnica:
Nombre original: The Demon-Haunted World
Autor: Carl Sagan - https://es.wikipedia.org/wiki/Carl_Sagan
Año de publicación: 1995
Traductora: Dolors Üdina
Páginas (aprox.): 490
Tipo de narración: Ensayo personal
Género: Ciencia / Pensamiento critico
Calificación:
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