“El paciente” y “La leyenda del ladrón” son las únicas dos
novelas que he leído hasta la fecha del autor español Juan Gomez-Jurado. Debo
reconocer que su estilo de escritura atrapante, vertiginoso y bien logrado te
engancha apenas empezar una de estas dos novelas; y aunque sus desarrollos son distintos,
ambas terminan de forma decepcionante: con el típico final “cliché” de película
comercial.
No estoy tratando de evitarte estas dos lecturas, ya que sus
historias (especialmente “El paciente”) son muy buenas y entretenidas. Pero si en este punto no sabes nada de que van estas
novelas, permíteme contarte: El paciente nos narra la historia de un neurocirujano a
quien le encargan realizar una de las cirugías más transcendentales del país. Sin
embargo, debido a la importancia de su paciente, una organización criminal
logra secuestrar a su pequeña hija para que “su paciente” muera durante la intervención
quirúrgica. De ahí en adelante se desarrollará un vertiginoso juego contra
reloj por lograr salvar a su hija sin necesidad de matar a su paciente. Por otra lado, “La leyenda del ladrón” nos
cuenta la historia de un joven sin familia, quien ayudado por el gran Miguel de
Cervantes Saavedra se salva de morir enfermo y de hambre. Crecerá en un
orfanato y luego terminará construyendo una buena amistad que lo llevará a
sumergirse en el mundo de los ladrones mientras se convierte en una especie de Robín
Hood, que no solo luchará por los más desfavorecidos, sino por amor y por
venganza.
Pero volviendo al tema que atañe a esta entrada, “el final”;
reitero que en ambas novelas es justo lo que te esperabas.
Sin embargo, ¿qué tan relevante es? Según la gran mayoría de lectores
con los que he podido conversar y adicional a los muchos comentarios en la red;
si un libro tiene un buen final, muchos de sus errores durante el desarrollo de
su historia le pueden ser perdonados. Un ejemplo de esto es: “Se lo que estás
pensando” de John Verdon, “Spin” de Robert Charles Wilson, “Un final feliz” de Matthew
Quick, “El vendedor más grande del mundo” de Og Mandino o “Inferno” de Dan
Brown. (Los cinco sin duda, de mis
finales favoritos).
Aquí les dejo un
enlace al top de los 5 finales que más me han gustado hasta la fecha, en donde
podrás leer una breve reseña de cada una de estas obras:
http://eltuhilector.blogspot.com.co/2016/03/top-5-mejores-finales.html#more
http://eltuhilector.blogspot.com.co/2016/03/top-5-mejores-finales.html#more
Ahora, que el final no sea predecible es una cosa, pero
tampoco se debe olvidar lo cerrado, impactante y sensato que debe ser un buen
final. Por ejemplo –y esto es algo que reconozco he hecho muchas veces–, es imaginar
a Suzanne Collins sentada frente de su computador tratando de pensar en un
final satisfactorio y no predecible para su famosa trilogía “Los juegos del
hambre”, la veo dándose de cabezazos sobre el teclado para que salga lo que
salga sea original. Y sí que lo consigue, pero… ¿a alguien le ha parecido lógico
y satisfactorio ese final?
¿Y qué pasa luego cuando el autor no se quiere liar con un
final muy complejo? Pues tenemos el caso de la señora Rainbow Rowell. “Eleanor
y Park” me pareció una novela increíble y enternecedora… pero ese final tan
abierto que te deja como “O.o”. Más de uno ha revisado si a su edición le faltaban
páginas –yo lo hice–.
Un buen final hará que recuerdes por mucho tiempo un libro,
y que sin duda quieras releerlo una y otra vez.
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